Después
de leer “No quiero crecer”, concluyo que es triste que los adultos no se den
cuenta de la brecha existente entre los jóvenes y ellos y que cada día se
ensancha más. Y a pesar que desean facilitarles todas las cosas, ayudarles,
otorgarles mejores oportunidades que las que ellos tuvieron en el pasado, se
matan trabajando 45 horas a la semana,
sí a eso le sumamos los trabajos que se llevan supuestamente para “terminar en
casa”. Sólo se sientan para comer, contestar un email a través de Blackberry o
Iphone que ni lo sueltan mientras comen,
o cambian constantemente (haciendo zapping) de canales del DIRECTV, hablan
sobre los programas que están viendo y nada más.
Hagamos una pausa, para pensar, donde quedo el
diálogo, o la necesaria sobremesa
que hoy recordamos con nostalgia, aquella de los tiempos de los abuelos
donde se compartían experiencias de vida actual y futura. Creemos que sólo lo
más importante es las cosas materiales, y trasladamos los valores al espacio
escolar pensando que la labor de los docentes es también enseñar escalas de
axiología a nuestros hijos. Recordemos la
sobremesa
no es la única instancia que existe, aparte enseñar verdades y valores que
trascienden también como cristianos conocemos el Culto Familiar.
Viendo
que los jóvenes se aburren de esas cosas en esta etapa, gastamos lo ganado en
un mes de trabajo, es decir al sueldo mínimo dividido en cuotas mensuales a
través de las Tarjetas de Crédito (CMR o Paris, etc.), comprándoles un Ipod
Touch, Nintendo WII, Xbox 360, Playstation3, o un Netbook o Laptop para que se diviertan y después nos enojamos y
quejamos con sarcasmos de qué porque no desean hacer ejercicio o comunicarse
con nosotros y sólo desean pasar tiempo solo en su habitación.
Cuando
preguntan algo de índole sexual nos ponemos rojos y nerviosos, los transferimos
a la Internet, donde San Google y la Santa Patrona Wikipedia podrán ayudarlos y
aconsejarlos correctamente. Con esta
simple acción cerramos toda posibilidad de un diálogo en el futuro, en especial
en cuestiones emocionales, a los primeros que consultaran es a sus pares o
alguien que conocieron por chat, y quizás les parece necesario y útil a los
padres. Para que decir de la ortografía
o de la conversación formal o de expresar emociones cara a cara o en público sólo
saben expresarse a través de “emoticones” de MSN o Facebook.
Así
sembramos hijos que no saben como enfrentar los problemas y las frustraciones
laborales o universitarias que la vida nos va presentando, la acción ya parece
ser innata frente cualquier dificultad huyen frente al instante. Hemos criado en hombres y mujeres que no
desean formar una familia, que se esfuerzan en tener cosas perfectas
(departamento, auto, cuerpo, novio o novia), que no se arriesgan a salir de la
zona de comodidad (están calentitos sin arriesgarse), me refiero a la Generación
Canguro y Boomerang, quienes piensan que su misión y propósito es
disfrutar la vida a costa de sus viejos padres y sus pensiones, mientras ellos
guardan su sueldo seguro en el Banco o cuidarlos hasta el día de su muerte.
En cuanto a las relaciones de pareja,
ella recomienda el convivir antes del matrimonio, entiéndase en forma responsable,
sin la ayuda de los padres. En este punto difiero con ella, porque no me parece
que esa la forma correcta de saber si es algo pasajero o para saber si él o
ella es la indicada para pasar toda la vida juntos. Creo que el matrimonio es la mejor forma de tener lograr el milagro de la seguridad interior y
de la fuerza para seguir pese a todos los obstáculos. Un YO y TÚ tiene real
significado junto y solo bajo la intervención de Dios. El amor puede coexistir solo un NOSOTROS sí nos encontramos con Dios.
Esta
generación necesita recordar que existen deberes antes que los derechos, deben
comprender que a través del trabajo y la perseverancia llegarán a disfrutar y
valorar las cosas que tienen.
Parece
que la familia ha olvidado conscientemente el concepto de autoridad, ella dice, que quién dijo que una familia es un
estado de democracia, donde todo se solicita a través de plebiscito o encuesta
nacional por el tema de comer legumbres o en ir o no ir a visitar a sus abuelos. El tema de los límites es trascendental en
la formación de los jóvenes, sin ellos no logran el poder de la fuerza de
voluntad que les permitirá enfrentar los conflictos de esta vida.
Deben
entender que el amor es diferente a un sentimiento o una pasión, deben que
implica ser capaz de consolidar relaciones basadas en el respeto, en un amor
que hace bien, que no daña, que no provoca dolor, que simplemente hace crecer.
Algo que me sorprendió fue la autora resalta que en
cada momento en las etapas presentadas, ella dice que es importante tener una
experiencia espiritual, en especial a momento de encontrar la orientación
vocacional (entre 15 a 18 años) con la cual me acompañara de por vida. También
nos recomienda en las crisis existenciales mirar para arriba, Dios nos puede
ayudar en ese momento también. Debemos
enseñar a los jóvenes de hoy que deben disfrutar el aquí y el ahora, ver las
cosas lindas de la vida, que la felicidad consiste en decidir ser feliz y no en
las cosas que me faltan para serlo. Pero
nosotros sabemos que la felicidad verdadera se encuentra sólo incluyo en mi
proyecto de vida la presencia de Jesús, quien desea timonear nuestro barco en esta
tempestad y hará todo lo posible hasta que lleguemos al Puerto de Paz Eternal que
prometió llevarnos cuando vuelva (Jn. 14.1-3).