Cumpleaños, palabra que
nos evoca no solo el momento en que una persona nace sino también el regalo con
que Dios bendice a sus hijos. Alegría
que no puedes explicar con palabras sino solo con una sonrisa. Una chance más de poder comprender su gran
amor por la humanidad. Todavía recuerdo
cuando conocí a Nicolás, mi sobrino, no tengo palabras para describir ese
momento, pero puedo decir una cosa, el solo hecho de ver sus ojos vi la bondad
y el amor que Dios nos da cada día. A través de sus manos y brazos palpe la
toda confianza que debemos tener con el brazo del Todopoderoso en medio de las
dificultades. Cuando lo abracé, sentí el
palpitar de su pequeño corazón y la alegría que me regalaba con cada sonrisa,
me hizo sentir el palpitar tu corazón Dios cuando alcanzo mis metas y logros en
lo que me propongo alcanzar. Después de ese momento, me quede sin palabras
simplemente me perdí en los ojitos de mi sobrinito.
Que alegría es sentir el amor demostrado en mi favor,
amor vertido en una cruenta cruz, en donde por mi y por ti su vida dio Jesús. Me vienen esas hermosas imágenes en donde el Gran Maestro bendecía a
los niños y los tomaba en sus brazos los devolvía a sus padres. Me trae a mi memoria cuando era pequeño y mi
madre me tomaba en sus brazos y me contaba historia de la Biblia, me acuerdo de
cómo me relataba y yo imaginaba como sería vivir en ese lugar llamado Cielo
donde la muerte, llanto y dolor no tendrán invitación para entrar, solo el amor
del Cordero nos inundara y podremos ver esas manos que se extendieron para
darnos salvación y perdón.
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