Juan David Fuentes
Estudiante de Teología
Universidad Adventista de Chile
jd1012@gmail.com
La literatura apocalíptica, en este caso Daniel y Apocalipsis, son libros altamente simbólicos, difíciles de entender, a simple vista del lector y también para la mayoría de la gente estos libros producen miedo o temor y por lo mismo no son estudiados adecuadamente. Pero para entender la biblia y comprender su contenido es necesario conectar las profecías con las demás partes de la biblia, la historia que contiene y la historia secular; y con ello entender el gran conflicto que es el tema que abarca toda La Escritura. Como iglesia tenemos que saber unir estos dos conceptos, porque nuestra misión está enfocada en la profecía del tercer Ángel, y el llamado a la iglesia es para realizarlo en un acontecer histórico.
Cuando hablamos de Daniel,
específicamente los capítulos de las 4 visiones (7-12), en esta sección
encontramos profecías de suma importancia y que están relacionados íntimamente
con el acontecer histórico del pasado, presente y futuro de la historia de la
iglesia cristiana, pero nunca dejando de lado la historia secular. En los
capítulos 7 y 8 de Daniel se dan las características de los grandes imperios ya
mencionados en el capítulo dos, de la estatua, el sueño dado a Nabucodonosor,
pero entre medio de las características de los imperios se menciona el juicio
de Dios, no como algo externo a los grandes imperios, sino que un juicio en
contra de ellos, de intervención divina para usar estas fuerzas seculares para
sus propósitos en un carácter soberano, o al contrario de castigar al opresor y
liberar a los hijos de Dios.
Cuando entendemos a Daniel, entendemos
la historia de la humanidad, pero bajo la soberanía divina, y con la futura intervención divina encarnada,
en la profecía de las 70 semanas; luego cuando vemos los evangelios deducimos
que lo escrito por los profetas se hace real en la persona divina de Cristo en
un acontecer histórico temporal, como fueron todas las profecías de carácter
clásico o apocalíptico. Cuando vemos el acontecimiento del derramamiento del
Espíritu Santo en la tierra, en Hechos 2,
vemos la historia de la iglesia fundada por Cristo, administrada por los apóstoles, y esto marca
un nuevo comienzo al acontecer histórico, porque la religión de Cristo se torna
universal, y esto con la intervención en la historia de la humanidad del
Espíritu Santo de forma constante, que es enviado por Cristo y el Padre. Y
cuando observamos el Apocalipsis vemos el mensaje para 7 iglesias, y estas no
representan a los judíos, sino representa a los hijos de Dios (gentiles) que
salieron del mundo, que fue intervenido por Cristo. Pero también observamos
todo el acontecer histórico de la humanidad entre la lucha del bien y el mal,
se abre el tema de la adoración que involucra todos los hombres, porque cada
uno de ellos decide qué camino tomar. En el Apocalipsis lo dicho antes se hace
real, pero también se espera una nueva intervención mesiánica en el contexto de
la Segunda Venida de Cristo y el juicio final que no solo involucra a los hijos
de Dios, sino al mundo entero, y se cumple lo dicho en Daniel sobre la piedra
que viene, destruye la estatua e interviene en la historia, pero esta
intervención de Dios que es de forma directa no está condicionada a la decisión
de las personas que quieren elegirlo o no, porque la fecha y la hora está
fijada para el regreso del Señor y nadie
la podrá cambiar (solo Dios lo sabe), por ello la historia no está ajena a la
profecía, ni la profecía de la historia.
Dios que es eterno, creo, no solo el
universo y todo lo que hay en el, sino que Él creo el tiempo en cual en primera
instancia fue hecho eterno, que con la caída del hombre se extendió este tiempo
eterno a uno temporal, por lo tanto, Dios el eterno se hizo hombre, es decir
temporal, para de nuevo unir lo temporal con lo eterno. Las profecías y su
cumplimiento en la historia es la intervención en lo temporal para que llegue a
ser eterno y continuar con la historia que Dios tenía en mente desde los
inicios.
La predicación apocalíptica es
importante para el tiempo en que vivimos, por ello es de suma urgencia que la
iglesia recuerde su identidad, saber y proclamar el mensaje del Apocalipsis.
Jesús fue y es el mejor predicador de la
historia, para proclamar el mensaje de salvación y establecer las bases de
misión en la iglesia. En este caso Dios,
intervino en la historia para así cumplir la profecía e intervenir en lo
temporal de la historia y con este hecho Israel fue rechazado y el mensaje de
predicar el evangelio de Cristo fue dejado no a una nación sino que a la
iglesia,[1] que el mismo fundo y
administraron los apóstoles en primera instancia. Con este argumento la base
bíblica se limita para la proclamación de un mensaje profético como el Señor lo
hizo en mateo 24, y la misión que el dejo a sus discípulos y por consecuencia a
la iglesia.
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