viernes, 30 de noviembre de 2012

MI AMOR Y MÁS QUE AMOR, ERES MI PADRE


Por: Camilo Leighton © 
  


Señor, no se que escribir para describir lo que haces por mí, creo que mis palabras son finitas, mortales y transitorias para poder plasmar en el papel tu eternidad, inmortalidad y omnipresencia.  Los muchos calificativos que existen son limitados para poder reproducir lo que deseo decir.  No solo me das la vida sino también la capacidad de decidir entre el bien y el mal.  Nunca he estado solo desde que comencé a caminar, siempre me haz guiado en cada paso que doy.   Cuando caigo eres el primero en extenderme tu mano, y decirme no importa hijo mío yo estoy aquí, los seres humanos se equivocan cuando escogen y cometen errores, errores que perjudican a los que más quieren.  Pero ten presente que yo te doy mi perdón, olvido tu pecado, y lo arrojo al fondo de la mar para no acordarme más de él.  Lo más importante que existe en este mundo eres tú, no importa sí lo crees o no lo crees, yo nunca te dejare de amar.  A pesar que tú no desees amarme ahora, yo te seguiré amando. Di a mi Hijo Jesucristo para librarte de las cadenas que te tenían  aprisionado bajo el dominio del Príncipe de este mundo, no existe mayor demostración de amor dada a los hombres. Y muy pronto intervendré para erradicar para siempre el dolor, las lágrimas, el odio que es generado por causa del pecado ¿Dónde está muerte tu aguijón? ¿Dónde están aquellos a quienes separaste? ¿Dónde se encuentra la tristeza que tanto gozabas ver en cada funeral? En la eternidad no habrá lugar para ti, muerte, dejarás  de ocupar un lugar importante en la vida de mis hijos, yo los he creado para que sean felices y  gocen las maravillas que he creado.  En un abrir y cerrar de ojos pasarás al olvido.    

miércoles, 28 de noviembre de 2012

LAS SIETE POSTRERAS PLAGAS

Por: Camilo Leighton © 
 
  1. INTRODUCCIÓN


            Muchas veces cuando se lee el Apocalipsis se presentan delante de nosotros palabras como plagas,  guerras, ira o juicio y naturalmente  se le da una connotación negativa, ya que estas las asociamos con el dolor y el sufrimiento que causaría a nuestra familia, y se especula que son elementos aislados, totalmente opuestos al amor y la misericordia expresados por Dios en su Palabra.
            El propósito de este estudio es  conocer  las siete postreras plagas que son anunciadas en los capítulos 15 y 16 del Apocalipsis. La importancia reside en que hoy en día algunos feligreses desconocen acerca de cómo se desplegarán los cálices de la ira de Dios.


2. DESARROLLO

Naturaleza de las siete postreras plagas

La expresión apocalíptica “ira [Gr. orgué] de Dios” necesita una atención cuidadosa, porque ha sido mal entendida por los intérpretes bien intencionados.[1] La Nueva Concordancia Strong presenta 332 veces[2] esta palabra y  la Concordancia Young Analítica de la Biblia, solo la presenta 54 veces[3].
La ira divina tiene “una dimensión escatológica y representa el triunfo de Dios”[4] y en “el Apocalipsis de Juan no se queda atrás… La ira de Dios no es una furia emocional comparable con la humana. Al contrario, la ira de Dios es una función de amor”.[5] 
 Las plagas del Éxodo fueron los juicios de Dios que se derramaron sobre Egipto para lograr que el pueblo de Israel obtuviese la libertad de la esclavitud (Ex 5:1-3).  Existe una analogía entre las plagas con las siete postreras plagas, en ambas se hace una distinción entre personas, en el AT las plagas hacen una diferencia entre egipcios y los israelitas (Ex 11:7; 8:22, 23).  En este caso puntual, Israel puso la sangre del cordero pascual como una señal para que el ángel destructor no hiera con mortandad a los primogénitos (Ex 12:13).  En el Apocalipsis la señal distintiva es el sello de Dios que establece la diferencia entre los que adoran Dios y los que adoran a la Bestia y a su imagen (Ap 14: 9, 10).  También se hace “un llamado a que el pueblo de Dios  del tiempo del fin a que se separe de Babilonia y que se una a Cristo, “para que no seáis participes de sus pecados, ni recibáis de sus plagas” (Ap 18:4; 14:1)”.[6] Como los israelitas en el pasado usaron la señal de la sangre, el Israel del tiempo final será protegido por un sello de Dios, que los ángeles colocaran en la frente de cada uno de los escogidos (Ap 7:3; 14:1). 
 Es necesario destacar que las diez plagas del Éxodo estaban dirigidas contra los dioses que adoraban los egipcios. Loron T. Wade describe que: “Los egipcios adoraban al Nilo, y éste fue el primer afectado.  En vez de ser una fuente de vida para la tierra como había sido siempre, el río se convirtió en un símbolo de muerte; se volvió asqueroso y hediondo, una evidencia de la falsedad del culto pagano y de la superioridad del culto de Jehová…En otras palabras, cada una de las plagas tocaba un punto en que los egipcios habían puesto su confianza en vez de depositarla en el Dios verdadero”.[7]  De la misma manera,  las últimas plagas irán dirigidas  contra aquellos elementos y objetos materiales en que los habitantes del mundo han depositado su confianza.     
A continuación describiremos las siete plagas que se encuentran en el capítulo 16:1-21. La primera plaga es derramada sobre la tierra y vino una úlcera maligna y pestilente que afecta a los hombres que tienen la marca de la Bestia y adoran su imagen.  En el Comentario bíblico adventista se afirma que la “palabra úlcera (Gr. hélkos) se usa en LXX para designar los tumores que se le produjeron a los egipcios (Ex 9: 9-10) y era una úlcera que no podía curarse (Dt 28: 27)”.[8]  La segunda y tercera plagas son derramadas sobre mar, los ríos y las fuentes de las aguas, y las aguas se convierten en sangre.  LaRondelle acepta que la “sangre de las plagas apocalípticas muestra la condenación divina por el derramamiento de la sangre de los mártires y confirma que la tercera plaga es respuesta adecuada para los que han hecho caso omiso de Dios como la fuente y el sostenedor de la vida humana”.[9]  La cuarta plaga es derramada sobre el sol, el cual quemó a los hombres con fuego, hombres que maldicen a Dios por las plagas y no se arrepienten (Ap 16:9).  Estas plagas no son universales; sin embargo, “serán los más terribles azotes que jamás se hayan conocido”.[10] La quinta copa es derramada sobre el “trono de la bestia; y su reino se cubre de tinieblas” (Ap 16:10).  Doukhan dice que “esta plaga es similar a la novena de Egipto, a anterior a la intervención mortal de Dios contra los primogénitos de Egipto”.[11]  La conducta de los hombres es similar a la de Faraón egipcio que frente a la evidencia abrumadora de la existencia de Dios, “era demasiado orgulloso como para admitir la derrota, pero continuó negándolo ciegamente”.[12]
La sexta plaga es derramada sobre el gran río Éufrates y las aguas del río se secan “para preparar el camino a los reyes del oriente”, “para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” y “los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Ap 16:12, 14, 16).  Elena G. de White  presenta al Armagedón como “el último gran día”, “la última gran batalla”, “la última gran lucha”, “la última gran contienda”, “el último conflicto”.[13]   Al mismo tiempo este conflicto es de naturaleza espiritual, sin embargo, es descrito en términos militares: “Satanás mismo está a la cabeza de su ejército, luchando con todo su poder para perfeccionar la fuerza sobre la cual gobierna, para que pueda infligir venganza sobre el pueblo de Dios… El ángel de la misericordia está plegando sus alas, preparándose para descender del trono, y dejar el mundo bajo el control de Satanás… La tierra será el campo de batalla, la escena de la contienda final y de la Victoria final”.[14]  LaRondelle concuerda con este conflicto diciendo: “Las fuerzas religiosas apóstatas conducirán a todos los poderes de la tierra a unirse en una causa común, ¡haciendo guerra contra el pueblo de Dios! Aquí está la trama asesina de la última guerra demoníaca en el Apocalipsis”[15] Doukhan la presenta como “la última guerra mundial, no librada entre la humanidad, sino entre esta y Dios”.[16]  Como nos damos cuenta hay dos bandos: los que son leales a Dios y los que están bajo la bandera del príncipe de las tinieblas. 
El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.  Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado en la tierra.  Y la gran ciudad fue divida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira. Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande” (Ap 16:17-21). En la cruz, al poner fin Jesús a su vida de humillación y sufrimiento, clamó triunfante: “Hecho está”.  Ahora que la humillación y el sufrimiento de su pueblo llegan a su fin, exclama con enorme satisfacción y alivio: “¡Hecho está!”[17]  Esto significa que Dios mismo completa esta plaga de juicio como la culminación de una acción litúrgica celestial.  Merling Alomía verifica esta situación con la “purificación representada simbólicamente en el Día de Expiación apuntaba a la purificación escatológica cósmica definitiva cuando el universo entero por fin se vea libre del pecado”.[18]  La última plaga se introduce por medio de las señales cósmicas que acompañan tradicionalmente la guerra santa de Jehová contra los opresores de su pueblo: relámpagos, truenos y un gran terremoto (Ap 16:18).  En este punto “LaRondelle explica que, el terremoto sin precedentes de la séptima plaga no es una señal preliminar del día del juicio sino una parte del juicio de Dios sobre la mismísima Babilonia”.[19]  Este evento es mencionado también en el sexto sello (Ap 6:12) y en la séptima trompeta (Ap 11:19).  La descripción del granizo que pesa un talento (40 kilos), establece una conexión con el juicio de Gog que anunció Ezequiel, el juicio de Dios sobre Gog será una manifestación de la ira divina (Ez 38:18, 19, 22 comparar con Ap 16:18, 21). Gog y Magog es el lugar que según Ap 20 Satanás reunirá a su gente para la batalla en contra del campamento de los santos y la amada ciudad (vv. 8, 9).

Su tiempo y papel
        
            A lo largo de las Sagradas Escrituras se identifica el Día del Señor con el segundo advenimiento de Cristo.[21] Y ese día se lo llama el día de su ira o el día de la venganza de Dios (Is 34:8; Sof 2:2; Ap 6:17).  El día de la ira de Dios comienza con las siete últimas plagas (Ap 15:1; 6:17).  Cuando las siete copas de oro estén llenas de la ira de Dios, “nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles” (15:7, 8).  Debe ser un momento de “gran tristeza para Dios, pues son sus hijos y parte de su corazón”.[22]  Es aquí como se lee en Dn 12:1, que Miguel se levantara para librar a su pueblo que se encuentra bajo opresión.  Cuando “nuestro sumo Sacerdote termine su obra en el santuario, se levantará, se pondrá las vestiduras de venganza, y entonces se derramarán las siete postreras plagas”.[23] 
            Finalmente, el día del Señor terminará cuando los cielos y la tierra sean purificados por fuego y cuando se establezca un cielo nuevo y una tierra nueva como morada de los justos (2 P 3:10-13), promesas que se realizará al fin del milenio (Ap 21:1-5).        
            La ejecución de las plagas ocurre durante el tiempo de angustia, tiempo en que también se desarrolla la “angustia de Jacob” en forma simultánea.  El tiempo de angustia se extiende entre el fin de Tiempo de Gracia y la Segunda Venida de Cristo. El tiempo descrito en el Conflicto de los siglos: “Cuando él [Cristo] abandona el santuario, las tinieblas cubren a los habitantes de la tierra.  Los justos deben vivir a la vista de un Dios santo sin intercesor.  Desaparecen las restricciones con respecto a los impíos, y  Satanás tiene un dominio total de los impenitentes.  El Espíritu de Dios por fin se ha retirado… Los que honran la ley de Dios serán considerados como la causa de la terrible lucha y el cerramiento de sangre que llena la tierra de desgracia.”[24] 
LaRondelle declara que: “El propósito de las plagas es ejecutar el veredicto de Dios sobre sus enemigos, para rescatar a los seguidores de Cristo de mano de sus opresores”.[25]  Y señala que “el panorama profético de las plagas postreras en Apocalipsis 15 y 16 tiene el propósito de revelar el plan ordenado de antemano por Dios para el triunfo de sus fieles”.[26]

Una expresión más  del amor de Dios

            En la Introducción se dió a conocer que muchas veces al acercamos a la literatura apocalíptica nos llenamos de miedo cuando escuchamos palabras como plagas,  guerras, ira o juicio.  Es así como hemos creado un concepto errado del juicio de Dios que en vez de alegrar y llenar de gozo a las personas, las atemoriza y atormenta sus mentes y sus vidas.  Knight refiriéndose al juicio dice: “La tragedia es que el adventismo tradicional tomó un elemento de gozo y, combinándolo con conceptos de pecado y de perfección que no llegaban a ser bíblicos, lo convirtió un elemento de temor, terror e inseguridad”.[27]  Esto  se vuelve más frecuente cuando mencionamos las siete plagas postreras, sería útil que consideremos los siguientes puntos mencionados por Lawrence Maxwell:

·         Las siete últimas plagas demuestran el poder de Dios al revelar el tremendo poderío de las fuerzas del mal que él ha mantenido a raya todos esos años.
·         Las siete últimas plagas demuestran la misericordia de Dios por el hecho de que él restringió esas fuerzas para dar a los hombres tiempo como para recibir la salvación.
·         Las siete últimas plagas demuestran el amor de Dios al mostrar la completa medida de la malicia que Jesús tomó sobre sí cuando murió en el Calvario.
·         Las siete últimas plagas demuestran la generosidad de Dios. Al limitar a Satanás, Jesús hizo que su oponente apareciera mucho mejor de lo que le correspondería, mientras los hombres y los ángeles estuvieran eligiendo entre ellos.
·         Las siete últimas plagas demuestran la justicia de Dios, porque Dios permite que los pecadores sufran sólo las consecuencias de sus propias elecciones, nada menos, por cierto, pero tampoco nada más.
·         Las siete últimas plagas demuestran, por sobre todo, la maravillosa bondad de Dios porque, mientras los pecadores en su ignorancia se gloriaban en sus pecados, Jesús renunció a todo para salvarlos de los seguros resultados que él sabía que de otro modo sufrirían.[28]
           
            Las plagas son simplemente otra expresión más del inmenso amor de Dios.


3. CONCLUSIÓN

            Como ha visto a lo largo de este tema, las plagas son la demostración de la ira de Dios, el propósito es liberar a sus hijos y fieles que están oprimidos en este mundo de maldad y se encuentran bajo el control de Satanás.  Las plagas caen solo sobre aquellos que adoran a la Bestia y a su imagen y tiene su marca.  Su ejecución es durante el tiempo de angustia.  Recordemos también que las plagas son otra demostración de amor, como lo son también las fases del juicio que buscan erradicar para siempre el pecado del universo.  Dios odia el pecado que sigue destruyendo la vida y la felicidad de sus seres creados.
            Finalmente, Él más que nadie desea decir ya: “El gran conflicto ha terminado. Ya no existe pecado ni pecadores. El universo entero está limpio. Una sola pulsación de armonía y alegría late en la vasta creación. De Aquel que lo creó todo, fluyen vida y luz y alegría que recorren los espacios ilimitados.  Desde el átomo más insignificante hasta el mayor de los mundo, todas las cosas animadas e inanimadas, con belleza sin mácula y con gozo perfecto, declaran que Dios es amor”.[29]






APÉNDICE


 


Diagrama 2: Extensión completa del día del Señor


EL TIEMPO DEL FIN
EL DÍA DEL SEÑOR
EL DÍA DEL SEÑOR
Fin del tiempo de la gracia después del triple mensaje
Las 7 últimas plagas
Segunda venida y milenio
Apoc. 14:6-12
Apoc. 15 y 16
Apoc. 19 y 20





















[1]           Hans F. LaRondelle, Las profecías del fin (Florida: ACES, 1999), 388.
[2]           James Strong, Nueva Concordancia Strong Exhaustiva (Miami, Florida: Editorial Caribe, Inc., 2002), 427- 428.
[3]           Robert Young, Young’s Analytical Concordance to the Bible (Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company, 1955), 1077.
[4]              [4] Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich, Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento (Michigan: Libros Desafío, 2002), 700.
[5]              George R. Knight, La visión apocalíptica y la neutralización del adventismo: ¿Estamos borrando nuestra relevancia? (Florida: ACES, 2010), 27. 

[6]           Hans F. LaRondelle, Las profecías del fin (Florida: ACES, 1999), 384.
[7]           Loron T. Wade, El futuro del mundo revelado en el Apocalipsis  (Florida: ACES, 1990), 194.
[8]           “Úlcera” [Ap 16:2], Comentario bíblico adventista del séptimo día, ed. F.D. Nichol (Florida: ACES, 1997), 7:853.
[9]           Hans F. LaRondelle, Las profecías del fin (Florida: ACES, 1999), 390.
[10]         Elena G. de White, Conflicto cósmico (Florida: ACES, 2005), 321.
[11]          Jacques B. Doukhan, Secretos del Apocalipsis: El Apocalipsis visto a través de ojos hebreos (Florida: ACES, 2008), 161.
[12]             Ibíd., 162.

[13]         Donald Ernest Mansell, Los adventistas y el Armagedón (Florida: ACES, 2006), 120.
[14]          Ibíd., 126.
[15]          Hans F. LaRondelle, Las profecías del fin (Florida: ACES, 1999), 396.
[16]         Jacques B. Doukhan, Secretos del Apocalipsis: El Apocalipsis visto a través de ojos hebreos (Florida: ACES, 2008), 166.
[17]          Mervyn C. Maxwell, Apocalipsis: Sus revelaciones (Buenos Aires: ACES, 1991), 429.
[18]         Merling Alomía, El año agradable de Jehová: Simbolismo y realidad de las fiestas del antiguo Israel (Perú: Universidad Peruana Unión – Ediciones Theologika, 2009), 160.
[19]          Hans F. LaRondelle, Las profecías del fin (Florida: ACES, 1999), 398.

[21]         Hans F. LaRondelle, Las profecías del fin (Florida: ACES, 1999), 384-385. Véase en el Apéndice, Diagrama 2.
[22]         Norman Gulley, El caballo de Troya de Satanás: La victoria final de Dios (Buenos Aires: ACES, 2006), 161.
[23]         Donald Ernest Mansell, El perfil de la Crisis Venidera: Una secuencia de eventos finales basada en los escritos de Elena G. de White (Nampa, Idaho: Pacific Press Publishing Association, 1999), 167.
[24]          Elena G. de White, Conflicto cósmico (Florida: ACES, 2005), 315- 316.
[25]         Hans F. LaRondelle, Las profecías del fin (Florida: ACES, 1999), 383.
[26]          Ibíd., 396.
[27]          George R. Knight, La visión apocalíptica y la neutralización del adventismo: ¿Estamos borrando nuestra relevancia? (Florida: ACES, 2010), 82-83.
[28]         Lawrence Maxwell, Refugio en la tormenta. (Florida: ACES, 1989.), 90.
[29]          Elena G. de White, Conflicto cósmico (Florida: ACES, 2005), 343.