Por: Camilo Leighton ©
- INTRODUCCIÓN
Muchas veces cuando se lee el
Apocalipsis se presentan delante de nosotros palabras como plagas, guerras, ira o juicio y naturalmente se le da una connotación negativa, ya que
estas las asociamos con el dolor y el sufrimiento que causaría a nuestra
familia, y se especula que son elementos aislados, totalmente opuestos al amor
y la misericordia expresados por Dios en su Palabra.
El propósito de este estudio es conocer
las siete postreras plagas que son anunciadas en los capítulos 15 y 16
del Apocalipsis. La importancia reside en que hoy en día algunos feligreses
desconocen acerca de cómo se desplegarán los cálices de la ira de Dios.
2. DESARROLLO
Naturaleza de las siete
postreras plagas
Las plagas del Éxodo fueron los juicios
de Dios que se derramaron sobre Egipto para lograr que el pueblo de Israel
obtuviese la libertad de la esclavitud (Ex 5:1-3). Existe una analogía entre las plagas con las
siete postreras plagas, en ambas se hace una distinción entre personas, en el
AT las plagas hacen una diferencia entre egipcios y los israelitas (Ex 11:7;
8:22, 23). En este caso puntual, Israel
puso la sangre del cordero pascual como una
señal para que el ángel destructor no hiera con mortandad a los
primogénitos (Ex 12:13). En el
Apocalipsis la señal distintiva es el sello de Dios que establece la diferencia
entre los que adoran Dios y los que adoran a la Bestia y a su imagen (Ap 14: 9,
10). También se hace “un llamado a que
el pueblo de Dios del tiempo del fin a
que se separe de Babilonia y que se una a Cristo, “para que no seáis participes
de sus pecados, ni recibáis de sus plagas” (Ap 18:4; 14:1)”.
Como los israelitas en el pasado usaron la señal de la sangre, el Israel del
tiempo final será protegido por un sello de Dios, que los ángeles colocaran en
la frente de cada uno de los escogidos (Ap 7:3; 14:1).
Es necesario destacar que las diez plagas del
Éxodo estaban dirigidas contra los dioses que adoraban los egipcios. Loron T.
Wade describe que: “Los egipcios adoraban al Nilo, y éste fue el primer
afectado. En vez de ser una fuente de vida
para la tierra como había sido siempre, el río se convirtió en un símbolo de
muerte; se volvió asqueroso y hediondo, una evidencia de la falsedad del culto
pagano y de la superioridad del culto de Jehová…En otras palabras, cada una de
las plagas tocaba un punto en que los egipcios habían puesto su confianza en
vez de depositarla en el Dios verdadero”. De la misma manera, las últimas plagas irán dirigidas contra aquellos elementos y objetos
materiales en que los habitantes del mundo han depositado su confianza.
A
continuación describiremos las siete plagas que se encuentran en el capítulo
16:1-21. La primera plaga es derramada sobre la tierra y vino una úlcera
maligna y pestilente que afecta a los hombres que tienen la marca de la Bestia
y adoran su imagen. En el Comentario
bíblico adventista se afirma que la “palabra úlcera (Gr. hélkos) se usa en LXX para designar los tumores que se le
produjeron a los egipcios (Ex 9: 9-10) y era una úlcera que no podía curarse
(Dt 28: 27)”. La segunda y tercera plagas son derramadas
sobre mar, los ríos y las fuentes de las aguas, y las aguas se convierten en
sangre. LaRondelle acepta que la “sangre de las plagas apocalípticas
muestra la condenación divina por el derramamiento de la sangre de los mártires
y confirma que la tercera plaga es respuesta adecuada para los que han hecho
caso omiso de Dios como la fuente y el sostenedor de la vida humana”. La cuarta plaga es derramada sobre el sol, el
cual quemó a los hombres con fuego, hombres que maldicen a Dios por las plagas
y no se arrepienten (Ap 16:9). Estas
plagas no son universales; sin embargo, “serán los más terribles azotes que
jamás se hayan conocido”.
La quinta copa es derramada sobre el “trono de la bestia; y su reino se cubre
de tinieblas” (Ap 16:10). Doukhan dice
que “esta plaga es similar a la novena de Egipto, a anterior a la intervención
mortal de Dios contra los primogénitos de Egipto”. La conducta de los hombres es similar a la de
Faraón egipcio que frente a la evidencia abrumadora de la existencia de Dios,
“era demasiado orgulloso como para admitir la derrota, pero continuó negándolo
ciegamente”.
La
sexta plaga es derramada sobre el gran río Éufrates y las aguas del río se
secan “para preparar el camino a los reyes del oriente”, “para reunirlos a la
batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” y “los reunió en el lugar que
en hebreo se llama Armagedón” (Ap 16:12, 14, 16). Elena G. de White presenta al Armagedón como “el último gran
día”, “la última gran batalla”, “la última gran lucha”, “la última gran
contienda”, “el último conflicto”. Al mismo tiempo este conflicto es de
naturaleza espiritual, sin embargo, es descrito en términos militares: “Satanás
mismo está a la cabeza de su ejército, luchando con todo su poder para
perfeccionar la fuerza sobre la cual gobierna, para que pueda infligir venganza
sobre el pueblo de Dios… El ángel de la misericordia está plegando sus alas,
preparándose para descender del trono, y dejar el mundo bajo el control de
Satanás… La tierra será el campo de batalla, la escena de la contienda final y
de la Victoria final”. LaRondelle concuerda con este conflicto
diciendo: “Las fuerzas religiosas apóstatas conducirán a todos los poderes de
la tierra a unirse en una causa común, ¡haciendo guerra contra el pueblo de
Dios! Aquí está la trama asesina de la última guerra demoníaca en el
Apocalipsis” Doukhan la presenta como
“la última guerra mundial, no librada entre la humanidad, sino entre esta y
Dios”. Como nos damos cuenta hay dos bandos: los que
son leales a Dios y los que están bajo la bandera del príncipe de las tinieblas.
“El séptimo ángel derramó su copa por el
aire; y salió una gran voz templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho
está. Entonces hubo relámpagos y voces y
truenos, y un temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás
desde que los hombres han estado en la tierra.
Y la gran ciudad fue divida en tres partes, y las ciudades de las
naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para
darle el cáliz del vino del ardor de su ira. Y toda isla huyó, y los montes no fueron
hallados. Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de
un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo;
porque su plaga fue sobremanera grande” (Ap 16:17-21). En la cruz, al poner fin
Jesús a su vida de humillación y sufrimiento, clamó triunfante: “Hecho
está”. Ahora que la humillación y el
sufrimiento de su pueblo llegan a su fin, exclama con enorme satisfacción y
alivio: “¡Hecho está!” Esto significa que Dios mismo completa esta
plaga de juicio como la culminación de una acción litúrgica celestial. Merling Alomía verifica esta situación con la
“purificación representada simbólicamente en el Día de Expiación apuntaba a la
purificación escatológica cósmica definitiva cuando el universo entero por fin
se vea libre del pecado”. La última plaga se introduce por medio de las
señales cósmicas que acompañan tradicionalmente la guerra santa de Jehová
contra los opresores de su pueblo: relámpagos, truenos y un gran terremoto (Ap
16:18). En este punto “LaRondelle
explica que, el terremoto sin precedentes de la séptima plaga no es una señal
preliminar del día del juicio sino una parte del juicio de Dios sobre la
mismísima Babilonia”. Este evento es mencionado también en el sexto
sello (Ap 6:12) y en la séptima trompeta (Ap 11:19). La descripción del granizo que pesa un
talento (40 kilos), establece una conexión con el juicio de Gog que anunció
Ezequiel, el juicio de Dios sobre Gog será una manifestación de la ira divina
(Ez 38:18, 19, 22 comparar con Ap 16:18, 21). Gog y Magog es el lugar que según
Ap 20 Satanás reunirá a su gente para la batalla en contra del campamento de
los santos y la amada ciudad (vv. 8, 9).
Su tiempo y papel
A lo largo de
las Sagradas Escrituras se identifica el Día
del Señor con el segundo advenimiento de Cristo. Y
ese día se lo llama el día de su ira o el
día de la venganza de Dios (Is 34:8; Sof 2:2; Ap 6:17). El día de la ira de Dios comienza con las
siete últimas plagas (Ap 15:1; 6:17).
Cuando las siete copas de oro estén llenas de la ira de Dios, “nadie
podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de
los siete ángeles” (15:7, 8). Debe ser
un momento de “gran tristeza para Dios, pues son sus hijos y parte de su
corazón”. Es aquí como se lee en Dn 12:1, que Miguel se
levantara para librar a su pueblo que se encuentra bajo opresión. Cuando “nuestro sumo Sacerdote termine su
obra en el santuario, se levantará, se pondrá las vestiduras de venganza, y
entonces se derramarán las siete postreras plagas”.
Finalmente, el día del Señor
terminará cuando los cielos y la tierra sean purificados por fuego y cuando se
establezca un cielo nuevo y una tierra nueva como morada de los justos (2 P
3:10-13), promesas que se realizará al fin del milenio (Ap 21:1-5).
La ejecución de las plagas ocurre
durante el tiempo de angustia, tiempo
en que también se desarrolla la “angustia de Jacob” en forma simultánea. El tiempo de angustia se extiende entre el
fin de Tiempo de Gracia y la Segunda Venida de Cristo. El tiempo descrito en el
Conflicto de los siglos: “Cuando él [Cristo] abandona el santuario, las
tinieblas cubren a los habitantes de la tierra.
Los justos deben vivir a la vista de un Dios santo sin intercesor. Desaparecen las restricciones con respecto a
los impíos, y Satanás tiene un dominio
total de los impenitentes. El Espíritu
de Dios por fin se ha retirado… Los que honran la ley de Dios serán
considerados como la causa de la terrible lucha y el cerramiento de sangre que
llena la tierra de desgracia.”
LaRondelle
declara que: “El propósito de las plagas es ejecutar el veredicto de Dios sobre
sus enemigos, para rescatar a los seguidores de Cristo de mano de sus
opresores”. Y señala que “el panorama profético de las
plagas postreras en Apocalipsis 15 y 16 tiene el propósito de revelar el plan
ordenado de antemano por Dios para el triunfo de sus fieles”.
Una expresión más del amor de Dios
En la Introducción se dió a conocer que muchas veces al acercamos a la
literatura apocalíptica nos llenamos de miedo cuando escuchamos palabras como plagas,
guerras, ira o juicio. Es así como hemos creado un concepto errado
del juicio de Dios que en vez de alegrar y llenar de gozo a las personas, las
atemoriza y atormenta sus mentes y sus vidas.
Knight refiriéndose al juicio dice: “La tragedia es que el adventismo
tradicional tomó un elemento de gozo
y, combinándolo con conceptos de pecado y de perfección que no llegaban a ser
bíblicos, lo convirtió un elemento de temor, terror e inseguridad”. Esto
se vuelve más frecuente cuando mencionamos las siete plagas postreras,
sería útil que consideremos los siguientes puntos mencionados por Lawrence
Maxwell:
·
Las siete últimas plagas
demuestran el poder de Dios al revelar el tremendo poderío de las fuerzas del
mal que él ha mantenido a raya todos esos años.
·
Las siete últimas plagas
demuestran la misericordia de Dios por el hecho de que él restringió esas fuerzas
para dar a los hombres tiempo como para recibir la salvación.
·
Las siete últimas plagas
demuestran el amor de Dios al mostrar la completa medida de la malicia que
Jesús tomó sobre sí cuando murió en el Calvario.
·
Las siete últimas plagas
demuestran la generosidad de Dios. Al limitar a Satanás, Jesús hizo que su
oponente apareciera mucho mejor de lo que le correspondería, mientras los
hombres y los ángeles estuvieran eligiendo entre ellos.
·
Las siete últimas plagas
demuestran la justicia de Dios, porque Dios permite que los pecadores sufran
sólo las consecuencias de sus propias elecciones, nada menos, por cierto, pero
tampoco nada más.
·
Las siete últimas plagas
demuestran, por sobre todo, la maravillosa bondad de Dios porque, mientras los
pecadores en su ignorancia se gloriaban en sus pecados, Jesús renunció a todo
para salvarlos de los seguros resultados que él sabía que de otro modo
sufrirían.
Las plagas son simplemente otra
expresión más del inmenso amor de Dios.
3. CONCLUSIÓN
Como ha visto a lo largo de este
tema, las plagas son la demostración de la ira de Dios, el propósito es liberar
a sus hijos y fieles que están oprimidos en este mundo de maldad y se
encuentran bajo el control de Satanás.
Las plagas caen solo sobre aquellos que adoran a la Bestia y a su imagen
y tiene su marca. Su ejecución es
durante el tiempo de angustia.
Recordemos también que las plagas son otra demostración de amor, como lo
son también las fases del juicio que buscan erradicar para siempre el pecado
del universo. Dios odia el pecado que
sigue destruyendo la vida y la felicidad de sus seres creados.
Finalmente, Él más que nadie desea
decir ya: “El gran conflicto ha terminado. Ya no existe pecado ni pecadores. El
universo entero está limpio. Una sola pulsación de armonía y alegría late en la
vasta creación. De Aquel que lo creó todo, fluyen vida y luz y alegría que
recorren los espacios ilimitados. Desde
el átomo más insignificante hasta el mayor de los mundo, todas las cosas animadas
e inanimadas, con belleza sin mácula y con gozo perfecto, declaran que Dios es
amor”.
APÉNDICE
Diagrama 2: Extensión completa
del día del Señor
EL
TIEMPO DEL FIN
|
EL
DÍA DEL SEÑOR
|
EL
DÍA DEL SEÑOR
|
Fin del tiempo de la
gracia después del triple mensaje
|
Las 7 últimas plagas
|
Segunda venida y
milenio
|
Apoc. 14:6-12
|
Apoc. 15 y 16
|
Apoc. 19 y 20
|
Hans F. LaRondelle, Las profecías del fin (Florida: ACES,
1999), 388.
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Exhaustiva (Miami, Florida: Editorial Caribe, Inc., 2002), 427- 428.
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Loron T. Wade, El futuro del mundo revelado en el
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“Úlcera” [Ap 16:2], Comentario bíblico adventista del séptimo
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Jacques B. Doukhan, Secretos del Apocalipsis: El Apocalipsis
visto a través de ojos hebreos (Florida: ACES, 2008), 166.
Merling Alomía, El año agradable de Jehová: Simbolismo y realidad
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Ediciones Theologika, 2009), 160.
Hans F. LaRondelle, Las profecías del fin (Florida: ACES,
1999), 384-385. Véase en el Apéndice, Diagrama 2.
Norman Gulley, El caballo de Troya de Satanás: La victoria
final de Dios (Buenos Aires: ACES, 2006), 161.
Donald Ernest Mansell, El perfil de la Crisis Venidera: Una
secuencia de eventos finales basada en los escritos de Elena G. de White
(Nampa, Idaho: Pacific Press Publishing Association, 1999), 167.
Hans F. LaRondelle, Las profecías del fin (Florida: ACES,
1999), 383.
Lawrence Maxwell, Refugio en la tormenta. (Florida: ACES,
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