Por: Camilo Leighton ©
Oportunidad en que dejas de dudar y comienzas a creer en lo que Dios te dice que hagas, solo tienes que escuchar lo que te dice. Sientes que no caminas solo, ángeles van a tu lado. Vives en carne propia lo que el pueblo de Israel disfruto en el desierto, nubes te cubren del calor del sol y en la noche la luna y las estrellas alumbran tu caminar. Sientes que tus fuerzas se han acabado, y que Dios mismo te lleva en sus brazos. Sientes su abrazo, que te cubre y el frio de la noche no puede afectarte. Sientes un hogera en tus huesos y musculos, sientes que tu pulso está fuera de lo común, y en tu mente se cuela un pensamiento, una casa más, una más. La casa del ángel. Humanamente has dado todo, ya no te salen palabras para persuadir a una persona más, es cuando Dios habla a través de tus labios, se mueve a través de tu cuerpo, él es quien hace la presentación, no hay objeciones para que las personas lo acepten. Los libros quedan como testimonios de que hoy ha venido la salvación a esta casa.
Oportunidad en que dejas de dudar y comienzas a creer en lo que Dios te dice que hagas, solo tienes que escuchar lo que te dice. Sientes que no caminas solo, ángeles van a tu lado. Vives en carne propia lo que el pueblo de Israel disfruto en el desierto, nubes te cubren del calor del sol y en la noche la luna y las estrellas alumbran tu caminar. Sientes que tus fuerzas se han acabado, y que Dios mismo te lleva en sus brazos. Sientes su abrazo, que te cubre y el frio de la noche no puede afectarte. Sientes un hogera en tus huesos y musculos, sientes que tu pulso está fuera de lo común, y en tu mente se cuela un pensamiento, una casa más, una más. La casa del ángel. Humanamente has dado todo, ya no te salen palabras para persuadir a una persona más, es cuando Dios habla a través de tus labios, se mueve a través de tu cuerpo, él es quien hace la presentación, no hay objeciones para que las personas lo acepten. Los libros quedan como testimonios de que hoy ha venido la salvación a esta casa.
De mañana acudes a la presencia del Sustentador por excelencia, es
tu amigo más fiel, es tu confidente en esas largas noches de dolor, él se
acerca tu lado y te envuelve con sus brazos y te toca con esas manos heridas,
él seca tus lágrimas y te dice al oido hoy será un día mejor. Comienza una conversación las palabras van y
vienen, él responde todas tus preguntas, escucha tus sueños y te dice que tú
puedes alcanzar cualquier cosa si te lo propones y deseas pagar el precio para
cumplir lo que te has propuesto. A
través de su Palabra te muestra que no existen imposibles o lógica, no importa
si el tiempo corre en nuestra contra, no importa los impedimentos que Satanás
desee ponernos en el camino, o si deja espinas en el camino que transitaré hoy,
no importa si envía ángeles caídos para cerrarme las puertas de los hogares que
visitaré o si utiliza personas para desanimarme, me recuerda que no estaré
solo, estoy junto a él, con su voz
calmará la tristeza y echará la depresión de los corazones que me encuentre
durante el día.
De noche acudes a su presencia, sientes que ángeles vuelan a tu
alrededor, declarás en oración las cosas
que ocurrieron hoy, le cuentas a tu Amigo, como viste su mano actuar. Das gracias al Espíritu Santo por enternecer
los corazones de las personas que visitaste, como cuando esa persona te abrio
los ojos y escucho de tu voz el nombre de Jesús, no deseaba que tus dedos
cambiaran las páginas del “Vida de Jesús”, es su rostro viste cómo hace años
nadie le había contado de Jesús, viste como brotaron lágrimas cuando te fuiste,
sentiste su abrazo cuando se despidio de ti. Sientes un gozo, cuando recuerdas
los momentos que pasaste en su hogar y como te gustaría verla en el cielo y
reunirte con ella y recordar cuando visitaste su hogar. Y que gracias a tu
visita está hoy aquí.
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